Esta nueva fase capitalista modifica las formas de producción y consumo, elementos básicos del sistema económico. En la primera etapa, el capitalismo digital logró esta ingeniería industrial explicando nuestros hábitos de consumo y persuadiendo al consumidor para que compre este o aquel producto.
Por ejemplo, si estábamos pensando en comprar un par de jeans, es posible que recibamos un anuncio de una empresa cuya tienda está cerca de la casa de nuestro mejor amigo. Tal vez haya otra empresa con una tienda cerca de nuestra casa, pero aquí es otro actor que concentra la información y decide cómo influir en nuestro comportamiento. O por ejemplo, si buscamos irnos de vacaciones a la playa, probablemente recibiremos toneladas de anuncios al día siguiente diciéndonos que solo quedan unos pocos billetes en una determinada plataforma o que un hotel en nuestro destino tiene un descuento especial.
En la segunda etapa del capitalismo digital, tanto los actores corporativos como políticos llegaron a comprender que si podían predecir e influir en nosotros como consumidores, también podían hacer lo mismo con los ciudadanos. A través de las redes sociales, comenzaron a experimentar con sistemas de incentivos para motivar los votos de ciertos tipos de votantes y la expansión de noticias falsas como combustible para estos incentivos. De hecho, solo veíamos las noticias que las compañías de redes sociales querían que viéramos, impulsadas por historias que buscaban clics a través de la movilización de nuestras emociones, en particular la ira y el enojo.
El escándalo de Cambridge Analytica no tardó en llegar. Esta fue una empresa que accedió a inmensas cantidades de datos de Facebook y luego intentó influir en el comportamiento de voto. Las revelaciones públicas descubrieron cómo la empresa motivó a los votantes de Trump en EE. UU., Bolsonaro en Brasil y Macri en Argentina (por nombrar algunos) para ir a votar, mientras desalentaba a otros votantes a ir a las urnas. Se estima que la empresa fue responsable del 1% del resultado electoral en EE. UU.
Hoy nos enfrentamos a una tercera etapa del capitalismo digital donde esta ingeniería de comportamiento se está realizando en nosotros como trabajadores. La pandemia la exacerbó y la habilitó, sumergiéndonos en entornos tecnológicos en el trabajo, de modo que la vida privada y la vida laboral se fusionaron. Plataformas, teletrabajo, software de vigilancia en nuestras computadoras y la constante revisión de nuestras redes sociales para extraer datos de nuestras vidas, entre otros factores, son ahora habituales en la vida de millones de trabajadores en todo el mundo. Todos estos datos se utilizan para moldear el comportamiento de los trabajadores.
Imagina a un repartidor de una plataforma de entrega que le dicen que es su propio jefe y que puede rechazar pedidos si quiere. Ahora imagina por un momento que este trabajador decide rechazar un pedido porque no es conveniente. Es probable que al día siguiente sea 'castigado' por la plataforma, bajando su estatus o recibiendo menos pedidos, por lo que ajustará su comportamiento al día siguiente para mejorar nuevamente. El diseño de incentivos se realizó a partir de los datos recopilados y los trabajadores no saben exactamente cómo los juzga la plataforma. Lo mismo se puede decir de un trabajador que tiene un sistema de vigilancia en la computadora que usa todos los días.
Notes
- Data USA. (2023, March 14). https://datausa.io/profile/soc/computer-programmers?redirect=true ↩︎
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